martes, 19 de mayo de 2009

La Sal de la Vida

Algunos días han pasado desde la última vez que nos vimos y nos abrazamos. Fué todo tan fugaz que casi parece que nunca sucedió, pero no es cierto, ocurrió. La vida nos puso a todos en su sitio. Abrió una brecha que el tiempo no debe agrandar, salvo que nosotros lo permitamos y espero que eso no suceda. Pero ya está otra vez la misma de siempre, si, la Vida. Organizándonos a su antojo.

No encuentro, de verdad, palabras que puedan expresar el afecto y el cariño que siento hacia toda mi gente de Málaga, pero si con algunas he de expresar algo, que sean aquellas que hablan de amistad, de cariño, de nostalgia. Si, porque sé que llegará también la nostalgia, esa lapa porculera; no he terminado de irme y ya la tengo encima, maldita sea.

Ese último día con todos reunidos, me hizo pensar en las pequeñas parábolas que a veces nos proyecta la vida en nuestras propias narices:
Andaba yo tan felíz y entrerisas con todas y todos vosotros pensando en que si la vida necesitaba ese pequeño aderezo, la sal, debía de ser uno aquél momento inolvidable con todos vosotros, y mira tú por dónde me lo brinda en el "Sal Gorda".

miércoles, 13 de mayo de 2009

A mi gente de Málaga

Sigo en Sevilla. No me va mal, pero es una estancia que sabe a despedida. Estoy lejos de casa, sin embargo, mañana regreso para volver a irme. Volveré a ver a mis compañeros, a mi "Gente de Málaga" y volveré a despedirme, aunque esta vez no será como cada fin de semana, esta vez será diferente. Esta vez haré las maletas, no las dejaré allí. Lo que dejaré allí será, probablemente, a las mejores personas que a quien competa, haya cruzado en mi camino; dejaré a personas que hicieron de mi estancia en Málaga, la mejor de las experiencias. Convirtieron mi vida en un hogar y me adoptaron como a un niño mimado entre algodones. Me pregunto si habrá alguien a quien no le guste que le traten así. Pues eso es lo que dejo, que no es poco.

Compañeros, amigos, os debo una disculpa, pero sé que sabréis entender que la vida conduce nuestros pasos a su antojo, con sus propias reglas; y hay que cumplirlas. Rafica, Me has hecho vuestro con esta frase: "a tu gente de Málaga", y me he sentido afortunado de saber que otra "familia" me recuerda en Málaga como yo a ellos en Almería.

Así que llorar no es de niñas, que quede claro.

martes, 12 de mayo de 2009

El Resplandor

Me encuentro en Sevilla. Si, sí, en Sevilla. La de los faralaes, la feria de abril y las corridas. Una ciudad donde Mateo Gil rodó su exitosa película "Nadie conoce a nadie" y Jordi Mollá hacía de un malo que no veas. ¡¡Qué miedo pasé con la dichosa película!! ... Y hoy, estoy en Sevilla. Subo por un ascensor panorámico, pero lo más gracioso es que tengo vértigo. Al salir, lo de Homero fué un cómic comparado con lo mío. Unos laberínticos pasillos de moqueta roja en el suelo, con dos adornos que parecían rieles. A la derecha, las puertas se repetían en una macabra secuencia que parecía hacer aquel pasillo interminable. Y de repente dejó de oirse sonido alguno. Todo era silencio, paz, silencio. Pero ese pasillo interminable resonaba en mi cabeza como si fueran los martillos de las fraguas de Vulcano. Sin descanso, y, sin embargo, no se oía un alma. Nada. Cada vez se estrechaba más y más, como si no acabara nunca; y nunca era posible llegar al final. En ese momento me esperé rios de sangre brotando de las paredes y corriendo en cascada hacia mí para engullirme. Sé que es desagradable, pero tener la sensación de vivir esa experiencia debe ser extraordinario.

Y no sé si escribo esto porque es lo primero que se me pasa por la cabeza, o si es por que va a ser verdad que Sevilla te embruja. Y te gusta.

jueves, 7 de mayo de 2009

Mi Segunda Entrada

Aunque soy ferviente enemigo de la publicidad, he de reconocer que la frase que abandera la marca "aquarius" y que dice: "El Ser Humano Es Extraordinario", me ha calado hondo. La soledad, el apartamiento de la familia, la lejanía..., conceptos que, según en que casos, pueden aportar argumentos varios para una novelilla de amoríos dramáticos, a veces escuecen un poco cuando abandonan ese mundillo de fantasía para darse un garbeo por la crítica realidad e instalarse en la vida de uno.

Resignado a mi lejana vida, escribí mi primera entrada en este blog explicando la situación en que me encontraba. A ratos, momentos meláncolicos eclipsaban mi concentración, pero siempre dirigía la mirada al frente, como esperando que alguien llamara al móvil para decirme que volvía. Esa era mi esperanza. Otras veces me dedicaba a pasear por el espacio, a pensar en lo poco que somos en la inmensidad de la nada; en que la grandeza del universo no es tal por su magnitud, sino porque nosotros tenemos la capacidad de saber que lo es.

Pues hasta allí me iba. Al Universo.

Y ayer recibo, ya casi resignado de nuevo a la lejanía, la llamada que llevaba tanto tiempo esperando. La llamada al móvil que me decía que, por fin, iba a volver. Y aquí me encuentro, poco tiempo después de escribir mi primera entrada, escribiendo otra segunda en la que quiero idolatrar al ser humano. Es cierto, es extraordinario. Es capaz de ver sol bajo una intensa borrasca y encima conseguir que luzca.