Algunos días han pasado desde la última vez que nos vimos y nos abrazamos. Fué todo tan fugaz que casi parece que nunca sucedió, pero no es cierto, ocurrió. La vida nos puso a todos en su sitio. Abrió una brecha que el tiempo no debe agrandar, salvo que nosotros lo permitamos y espero que eso no suceda. Pero ya está otra vez la misma de siempre, si, la Vida. Organizándonos a su antojo.
No encuentro, de verdad, palabras que puedan expresar el afecto y el cariño que siento hacia toda mi gente de Málaga, pero si con algunas he de expresar algo, que sean aquellas que hablan de amistad, de cariño, de nostalgia. Si, porque sé que llegará también la nostalgia, esa lapa porculera; no he terminado de irme y ya la tengo encima, maldita sea.
Ese último día con todos reunidos, me hizo pensar en las pequeñas parábolas que a veces nos proyecta la vida en nuestras propias narices:
Andaba yo tan felíz y entrerisas con todas y todos vosotros pensando en que si la vida necesitaba ese pequeño aderezo, la sal, debía de ser uno aquél momento inolvidable con todos vosotros, y mira tú por dónde me lo brinda en el "Sal Gorda".