Cada vez son menos, pero aquí va otro más. Otro mártir de la lucha contra la epidemia española que comenzó pasada la mitad del siglo XX y que aún hoy, apenas estrenado el XXI, perdura. Hoy sólo quedan, eso sí, los residuos de aquella ideología que, como cualquier otra, era digna de respeto, pero que, como todo lo que toca el poder, se ha ido corrompiendo hasta quedar en nada de lo que en un principio fué; sedimentándose hasta las orillas de la mafia que acogió esos restos, les modificó la forma y los reinventó aunque bajo el mismo lema. El mismo collar con distinto perro. Poco a poco esos fieles ideales de autodeterminación, de un país Vasco libre del yugo español, se han ido desvaneciendo a la sombra del delito puro y duro, sin más escusa que el enriquecimiento propio, la sed de poder y la violencia gratuita.
Ni Superman, Batman, Spiderman, ni los 4 fantásticos. Héroes son todos y cada uno de los Vascos y las Vascas que cada mañana tienen que levantarse de la cama tratando de compaginar su vida cotidiana con las gilipolleces que, depende del día, se les ocurran a esta panda de delincuentes. Que si autobuses y cajeros quemados, que si extorsiones a empresarios, que si asesinatos. El pueblo Vasco principalmente, y el pueblo Español por alusiones, no se merecen padecer este cáncer que les arranca partes importantísimas de su estructura, como hace unos días ocurrió con el Héroe EDUARDO PUELLES. ¿Qué necesidad había de esto? ¿Que se pretede conseguir sino el disfrute propio del asesinato? Y en todo esto aparece una mujer, la esposa de EDUARDO, con más cojones que Dios. Otra Superheroína. Hecha de acero. Una mujer que en lo más doloroso del momento, les dice a los cobardes delinquentuchos esos que le han arrancado una de las piezas más importantes de su vida, que si quieren ver lágrimas pongan una telenovela, que ella no les va a dar el gusto de que la vean llorar. Eso es tener dos cojones. También el hermano de Eduardo aclara con muy buen criterio que su hermano no es una vícima sino un Héroe o Gudari. Esa es la perspectiva que nos faltaba, siempre hemos mirado a los asesinados o reprimidos por esa organización mafiosa como víctimas, cuando lo que en realidad son es Héroes. Aún tenemos todos en la mente, como si fuera ayer, a Miguel Ángel Blanco.
Hoy, como cada vez que ocurre una tragedia de estas sin sentido, me siento y soy más Vasco que aquellos que nacieron allí y no dejan de agredir y mutilar a su propio pueblo. Todos los españoles somos y seremos más Vascos que ellos. Espero que el aliento de esperanza que albergamos les llegue a todas estas familias rotas por la ignorancia de cuatro pistoleros malcriados, y que hoy, la familia de EDUARDO PUELLES, se sienta abrazada por todos los que, desde fuera, sufrimos no como ella, pero si con ella.
Un fuerte abrazo.